Le comentaba algo el otro día a un cliente sobre cómo vender mejor servicios a gente que no te conoce. Te lo cuento por si te interesa: Este chico tiene una empresa que se dedica a promocionar productos con vídeos. La verdad, consigue hacer cosas que un tonto tecnológico como yo no sabía ni que existían. Ni sonarme. Y este chico parte con ventaja porque tiene un conocimiento bestial de su servicio, pero también de algo igual o más importante: Cómo lo vende. Hablamos de muchas cosas, te cuento una. Es un problema muy sencillo, la verdad. Pero si no prestas atención, te puedes dejar llevar y luego darte cuenta de que no sabes por qué tu página no funciona. Este chico me decía (con toda la razón del mundo) que cuando escribes para alguien que podría jugarse su imagen en la empresa si te recomienda y la cagas (porque vales decenas de miles de euros) hay que hacer algo: Poner todas las características de lo que vendes. Todo bien clarito. Eso es así en todos los casos. Pero hay que poner más atención aquí porque si el jefe se deja llevar por las emociones y actúa de forma menos “racional”, no pasa nada. Pero si eso lo hace otro que no es el jefe, sí pasa. La vida es así. Entonces como todo debe estar bien claro, podemos caer en el error de pensar que el titular debe ser el nombre de nuestro servicio. Pensar que lo primero que hay que leer es: – “Video Marketing” – “Tramitación de divorcio” – “Asesoría laboral” – etc. ¿Y qué pasa cuando nuestro titular es el nombre de nuestro servicio? Que falta algo. ¿Qué falta? Las ganas de leer. Porque tu servicio puede estar muy bien descrito, pero si el que lo lee necesita un café o dos para llegar al segundo párrafo, da igual lo riguroso y bueno que seas: No van a prestarte atención. Ahora, lo que igual es más interesante es que lo que les cuentes haga que se olviden de que no se han tomado el café. Igual eso cambia todo. Igual eso es más rentable. Hay algo más aquí |
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