Te cuento un error grave que tuve hasta hace poco.
Ahora llevo más cuidado.
Esto podría contártelo hablando de relaciones, pero te cuento una historia de ventas.
Te cuento esa historia por si todavía piensas que una cosa no es la otra.
De verdad, es que te interesa si respiras.
Una vez estaba con amigos comiéndome un bocata de pan-chicle en un bar que olía a fritanga cuando llegó un colega del colegio.
Él representa su marca.
El caso es que llegaba de viajes por España para presentar sus modelos a sus clientes de las tiendas y eso.
Sus clientes de las tiendas son humanos.
No son superdotados (como todos los clientes de la gente que no sabe vender “y le compran”)
Son humanos.
Entonces, como son humanos, creen que si compran A llegarán a B.
Pero esto todos sabemos que no siempre es así.
Entró a ver a una cliente en su tienda.
– Quiero ese modelo.
– No, ese no te lo vendo.
– ¿Por qué?
– Porque no lo vas a vender tú. En realidad quieres estos dos modelos.
– No me gustan.
– Ya, pero es que estos dos son los que vas a vender, y cuando no te quede ni uno me lo agradecerás.
Y así fué.
Grande este tío.
Menos mal que no sirvió a los DeSeoS de su CLieNTe iDeaL, si no la chica esa se come sus modelos con patatas, y la temporada siguiente se piensa que el malo es mi colega y no le compra.
Pues bien, queda dicho.
Aquí abajo hay una propuesta testicular.
Iba a decir que si alguien quiere la garantía, pues que se ponen los textos que yo diga
(Por supuesto se pueden aceptar matices, faltaba más, cerrarse a eso es soberbia y eso sale mal)
Pero o la versión definitiva la valido yo, o no hay trato.
Y esto lo hago así porque esto no va de que nos guste.
Va de que funcione: