Cuando subir precios para no bloquear ventas.

Esta situación la comento casi siempre con clientes. 

No voy a decirte que siempre porque no es cierto.

Casi siempre.

Y tiene que ver con la sorpresa al ver un precio.

Pero no la sorpresa de: “Oh, qué caro.”

La otra.



No sé si te habrá pasado cuando miras algo que quieres en internet.

Igual no. 

Pero me vienen a la cabeza dos secuencias.

Secuencia 1:

​1. Lo ves.

2. El precio está al lado y es muy bajo.

3. Te dices: “Debe ser malo” y cierras la página.




Secuencia 2:

1. Lo ves.

2. Lees y te convence.

3. Miras el precio, es bajo, y si antes no sospechabas, pues ahora sí que sospechas: “no puede ser muy bueno si vale eso”




Esto nos pasa a todos.

Le pasa hasta a mi abuela que es una niña de la posguerra y para ella no hay nada lo suficientemente barato.

A todos.




Pues ahora imagínate esto:

– Te pones a vender lo que vendas de forma que el valor que aportas le pegue tal hostia en la cabeza al que te lea que se diga: 

​​“Joder, es eso”

– Le dices todo lo que haces por él, tú o tu producto.

– Pim-pam, pim-pam…

– Y luego, para hacer una oferta iRReSiSTiBLe… le pones un precio mucho más bajo que el que él espera.

Tan, tan bajo, que no tenga sentido no comprar.

“Oh, cuánto valor”

…podrías pensar que dice.

Pero no.

Una gran mayoría dirá, más o menos:

“Oh, aquí hay algo que no encaja”

Mal asunto.




Esto podríamos someterlo a votación, pero es que es así.

Por eso, cuando un trabajo de ventas está bien hecho, es aconsejable subir el precio. 

¿Para ganar más?

A ver, también, que tampoco somos gilip****s.

Pero sobre todo es porque a todos nos dijeron nuestros padres (de un modo y otro) que nadie te da duros a cuatro pesetas.

Y eso lo tenemos clavado dentro.

Ahora que si queremos vender barato no pasa nada, con vender sin ganas es suficiente.

Si no es tu caso y prefieres subir precios a corto plazo y (más importante todavía) mejorar cómo te ven a largo plazo:

hay algo más aquí