Cuando lo más barato es lo más sensato.

Hablemos de precios pero sin llorar.

Vamos a comentar el tema del más barato, pero sin resentimientos de si “este tira los precios” ni “este se pasa y no le cabe un cliente más”.

Sin esas cosas.

Todo placer adulto.

Te cuento:

Estos días he tenido una conversación interesante con un cliente.

Él tiene varios proyectos y varias listas de suscripción.

Ya trabajamos una.

Ahora estamos viendo cómo enfocar la otra para que la gente que esté dentro entienda todo lo que debe entender una persona que está en una lista. 

Lo normal.

Él ya tiene buenas aperturas y buenos clicks.

Yo no me guío por eso, pero no es lo mismo que te abran 8 que 80, eso lo sabe mi primo que desde que tomó la comunión hace 4 años ya intuyo que se habrá afeitado por primera vez.

Vale.

Mi cliente envía descuentos.

Pero frena ahí.

Porque lo hace de una forma que no devalúa su producto y centra la atención de forma salvaje, y cuando ví la estrategia me dije:

“Joder, es que esto es muy bueno por diseño”

Su negocio va bien.

La gente está contenta, abre correos y aprovecha descuentos.

Entonces, ¿se para el mundo?

No.

Pero es frío.

Me explico:

Todavía le pueden comparar *

Entonces yo le dije algo que él ya sabía.

(por eso hablamos de trabajar la lista) 

Pero como me he cansado de ver empresas que no lo saben porque si tan sólo lo sospecharan lo primero que harían sería agarrar el freno de mano y no mandar nada más…

pues te copio lo que le dije:

“Sólo le damos prioridad al precio si todos los que venden XXX son «iguales»:  

es normal que ante lo igual me vaya al más barato, porque nadie me ha enseñado la diferencia.” **

Pero vamos, que no hay que creerme a mí, eso no lo digo yo.

Eso es así.

Y podríamos pensar:

“Qué difícil”

Pero crear lazos y no ser un clon es lo más humano que hay.

Para trabajar eso:

hay algo más aquí