Hay muchas empresas que solo piensan en su cliente en un momento muy concreto.
Ese momento concreto es este:
– Encarna, ¿qué van a pensar si digo que…?
– Mmmm… mejor no pongas eso Paco.
Ese es el momento.
Encarna revisa las fechas, las palabras “que puedan malinterpretarse” y la tilde del “sólo”.
“Es que no veas como está la gente Paco, ¿te acuerdas los que escribieron la última vez cuando no pusimos…?”
…le dice, antes de que le dé un ataque de diplomacia y “ajuste” lo que tendría que decir porque 2 personas de una lista de 60.000 se ofendieron una vez.
Vale.
Esto es una cagada, y te cuento algo al respecto para entendernos:
En dos semanas se calcula que seremos 8.000.000.000 de personas en el planeta.
Entonces cuando vemos los informativos, vemos los desastres que le pasan a esos 8 mil millones de personas.
“¿Te has dado golpe en la cabeza de niño?”–podrías decirme.
No, espera.
Lo que te digo es que, de esos 8.000.000.000 de personas, a ti los informativos te enseñan las manzanas que llevan gusano.
¿Y qué pasa?
Que un día has visto tantas manzanas con gusano que se te olvida que la mayoría no lo tienen.
Y oh, te acojonas.
Si te dicen manzana, te viene a la cabeza el gusano también.
Inciso rápido:
Tu cerebro está hecho para estar rodeado de una tribu de 150 personas, y a un nivel evolutivo le “corresponde” el drama de esas 150 personas y no el menú degustación de los 8.000.000.000 que somos.
Si piensas que eso es una bomba para la cabeza, yo también lo pienso, pero da igual lo que pensemos.
Mejor hablemos de lo que sabemos.
Sabemos que si vamos a permitir que nuestros clientes no sientan nada porque unos pocos de ellos llevan gusano (en esos momentos)…
Nos equivocaremos por dos cosas:
1. Porque van a ignorarnos.
2. Porque no podremos quitarles ese gusano y convertirlos en clientes satisfechos.
Para eso hacen falta otras dos cosas:
1. Escribir algo que merezca ser leído.
2. Gestión rentable del odio.
Y para eso ya no hacen falta dos cosas, sólo una: