Cómo tener clara tu estrategia de venta y que no te sirva para absolutamente nada.

Hace poco fui a tomar café con una persona que llevaba bloqueada con dos operaciones inmobiliarias la mitad de su vida.

La mitad de su vida, no te exagero.

Una operación era de compra, y otra de venta.

El caso es que me dijo el problema que tenía y el dinero que tenía.

No he dicho  “el dinero que tenía para solucionarlo”

He dicho “el dinero que tenía”

Porque que aquello tuviera solución, no le cabía en la cabeza.

(Típico cuando piensas todo es dinero, en lugar de entender que el dinero es sólo un ingrediente más)


A mí a veces se me olvida que hablar de ciertas cosas no sirve para nada y le dije cómo plantearía yo esa oferta casi por deporte.

Le dije eso, y se hizo el silencio.

Esta persona se quedó mirando a un punto fijo justo en mitad de la nada durante 8 o 10 segundos, totalmente ido.

No le interrumpí.

A los 10 o 12 segundos, su cabeza se iluminó.

Había encontrado, por fin, la objeción que estaba buscando.

La resolví.




Luego vinieron 2 o 3 más.

Todas resueltas.




Cuando no encontraba más, lo vi ponerse rojo y sufrir.

Sufrir. 

Su problema estaba resuelto, estaba muerto de miedo.

Esto no es curioso, pocas cosas acojonan más que tener que decirle adiós a algo, y esto incluye tus problemas.




“Vale, pues este septiembre cuando me llamen, se lo comento.”




(Recordatorio para gente como yo: estamos en marzo)




Estaba agitado, necesitaba huir para adelante.

¿Y por qué no les llamas esta semana y les haces la oferta?”

Segundo cortocircuito.

Sí, lo hice a posta, pero es que el dolor transforma.

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Algo que no te contará tu gurú de marketing favorito es que hasta que tu cuerpo no asimile lo que tiene que asimilar, de nada sirve que alguien te dé buenas estrategias.

Te vas a cagar en los pantalones.

​(Ojo, todos nos cagamos en los pantalones por alguna cosa)

No importa cuánto digas que quieres algo si todo tu cuerpo no va contigo detrás y te dice: “Sí, yo también quiero”

Puedes provocarte una sobredosis de formación, no servirá de nada.

Leerás cositas, te resultarán estimulantes, pero “no son para mí porque yo…”

Se quedan en la cabeza.

No bajan a los cojones.

Eso es así.​





Con toda sinceridad:

Diseñé mi propuesta testicular para saltarme los bloqueos de muchos clientes.

Yo no puedo proteger sus sentimientos, no soy terapeuta.

Soy copywriter, estoy aquí para que vendan más.

Y en este enlace…

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