Hay situaciones que no te resuelve un manual. No puedes ir a buscar la receta. No hay “artículos de valor gratuitos” para eso. El otro día di con una. Una cliente con la que llevo mucho tiempo y tengo mucha confianza me preguntó una duda que tenía a la hora de publicar un contenido para su marca. Se sentía incómoda. Y la respuesta no está (o yo no la he visto) en ningún manual de copywriting ni de ventas, y casi seguro te va a servir para tu trabajo y para tu vida. Marta lleva los contenidos en redes de muchos negocios que nada tienen que ver entre sí. Conoce muchos nichos. Pero limpiando la casa de los demás, a veces se nos olvida la nuestra. Big classic. En casa de herrero… “¿Cómo publico esto después de pasar de las redes durante tanto tiempo y que no sea raro?”–me preguntaba Marta. (Ojo, no pretendía vender, sólo publicar) Y claro, aquí no hay plantilla ni emoji que te salve. El marketing mainstream …no nos deja ver el bosque. El manual del ”forma parte de la vida de tu cliente, ámalo y te comprará” no contempla estos casos. Pero como la persuasión está en todo lo que vives, pues a veces hay que ir a buscar la respuesta ahí afuera. Y toca revisitar los principios de la persuasión más esencial: La seducción. Cuando te gusta una chica que acabas de ver pero no conoces, tienes dos opciones: 1. Rezar para que se le caiga el bolso, tú le ayudes a recogerlo, te mire y os enamoréis. o 2. Ir, pararla, y presentarte. Para la 2 hay que echarle huevos. Pero vamos a suponer que los tenemos. Si no, podríamos caer en la tentación de pensar que nos toca comprarnos un coche bonito, estar fibrado o autoconvencernos de que “nuestra prioridad es el trabajo” …y esperar milagros encendiendo velas. (Soluciones caras, largas o psicológicamente dolorosas) No nos desviemos. El caso es que cuando paras a una desconocida por la calle, esta situación es rara, claro. No debería serlo, pero lo es. Antes de la nueva normalidad, si te bebías 3 o 12 copas en un garito, te tropezabas y te caias encima de alguien que no veías bien pero que te devolvía el beso y acabábais jugando a médicos, eras una persona normal. Pero si paras a una chica en la calle porque se te han abierto las puertas del cielo mirándola, pues eres raro. Un mundo curioso, sí. Hay algo que yo le escuché a James Marshall (aunque seguro que él se lo escucharía a alguien) que cambió mi manera de ver la realidad: “La única situación incómoda es la que crean dos personas fingiendo que esa situación NO es incómoda.” Así que “Oye mira, sé que esto es raro, pero te he visto y…” y punto. Tu adorable desconocida entiende que piensas lo mismo que ella y estás en su frecuencia. Que estás socialmente calibrado o al menos, aunque seas un friki, tienes un contacto sano con la realidad. Y se calman las aguas. Desconfía menos de ti. Que empiece la conexión. “Mi cliente va a ver raro que yo no suba contenido para mi marca, cuando me dedico a ayudar a negocios de todos los nichos, ¿qué tengo que poner?” …me decía Marta. Pues tú este detalle ya lo sabes. Pero cuidado con los demás. Que cuando hay una tarjeta de crédito de por medio, si pierdes credibilidad… Mucho más, aquí. Pablo PD: Ay, si la pierdes. |