Parto de esta base:
1. Tienes un negocio.
2. No lo quieres ubicar en el mundo de la piruleta.
Esas son las dos condiciones para lo que te cuento aquí.
Para entendernos, demos un paso atrás:
Creo que fue el maestro Taleb quien contaba que no creía en los premios de arquitectura.
Espera, no te asustes, que sí que tiene que ver con las ventas.
¿Sabes porqué decía que los premios de arquitectura eran una chorrada?
Porque eran arquitectos valorando a arquitectos.
Traduzco:
Arquitectos aburridos de la arquitectura normal que valoraban propuestas originales.
¿”Original” es lo mismo que “la mejor opción para vivir”?
No.
Original es una característica.
Pero uno paga una casa porque quiere la mejor opción para vivir, que es el beneficio real.
Hasta aquí yo creo que todos de acuerdo.
Tú quieres la casa que quieres.
Y la mayoría de arquitectos quieren:
1. Entretenerse desarrollando su creatividad con tu casa.
2. Que luego se la publique una revista.
Esto no me lo ha dicho un pajarito.
Lo sé porque fui arquitecto.
¿Entonces qué pasa con la publicidad?
Que si tenemos a gente gente haciendo publicidad que ni pone su dinero ni miden sus resultados…
Pues pueden caer en la tentación de:
1. Querer desarrollar su creatividad con tu negocio.
2. Hace algo para que el resto del gremio, aburrido de lo mismo, les diga:
“Oh, eres un genio de la publicidad”
¿Haces publicidad para ser el más creativo del bloque o para ganar dinero?
Ese es el chiste.
Que lo que quieres tú igual no es lo que quiere tu publicista.
Aunque no me preguntas, te diré que lo único que te tiene que importar cuando haces publicidad es saber que tienes una máquina a la que le echas 1€ y salen mínimo 2€.
Ya está.
Final.
El anuncio te puede parecer horrible, agresivo, pasivo o activo.
Ser creativo está bien.
Pero para eso te apuntas a clases de pintura.
Si haces publicidad manda una cosa:
Los resultados.