Te voy a contar una historia que un amigo presenció. Es mía. Pero este amigo estaba delante. Y este amigo me dijo: “¿Pero tú estás loco?” Y yo puedo ser corto para algunas cosas, pero loco no estoy. Año 2005: Cuando eres de pueblo hay guapas oficiales. Es así, te guste o no. Son las primeras influencers del barrio, y si eres un adolescente y te ha salido algún grano en la cara, pues sueñas con un “hola” suyo aunque seas un capu… Una de estas chicas se fue a estudiar fuera y destrozó el PIB del pueblo. Gran pérdida. En 2009 volvió para Navidad. Como yo ya no era adolescente y prefería la realidad a los sueños, forcé mucho para que me la presentara un amigo que estaba liado con una amiga de ella. Gran logística. Me la presentó, charlamos un rato sin más, pero como las intenciones se nos veían a 10 kilómetros a mí y a 15 a mi amigo, me dijo: “Me caes muy bien, pero es que ahora tengo novio” Ayy… Ahora viene lo bueno Al año siguiente, un fin de semana, fui con el otro amigo que me llamó loco a una terraza a tomar unas birras. Al lado, en una mesa, ella y sus amigas. Cuando ya nos íbamos y teníamos que pasar por delante de su mesa, mi amigo me dijo: – “Ahí está ____ ¿no vas a decirle nada? Y pensé en algo mucho mejor: Sus amigas, que me conocían más, me saludaron de lejos. Fui, les di dos besos… y a ella no le dije ni hola. Me di la vuelta y me fui. Ahí es cuando este amigo me dijo: “¿Pero tú estás loco?” Y yo le dije que no, joder, que puedo ser corto pero loco no estoy. ¿Y qué pasó? Pues que cuando nos la volvimos a cruzar después vino con unos ojos que parecía una de las novias de Drácula diciéndome que como había tenido la mala educación de saludarlas a todas menos a ella. Que si menuda falta de respeto. Que si le había parecido un gilipollas. Que si… Sólo quería hablar conmigo para decirme lo gilipollas que le había parecido. Un minuto, y otro minuto, y otro… Para mí eso era genial. Porque yo sabía que (más o menos) soy buen tío y que ella tenía mucho interés en decirme lo gilipollas que era yo… Sólo necesitaba eso. ¿Que ella pensaba que yo era un gilipollas? Eso no es tan importante. Otras cosas lo eran más. Mi amigo, cuando vio que no me la podía quitar de encima en toda la noche (ni quería, claro) no lo entendió. Y es que hay gente que todavía piensa que lo contrario del amor es el odio. Yo no me puedo permitir pensar así. Me gustaría, la verdad, pero se pierden muchas oportunidades. Y para perder muchas oportunidades y no quedarse sin nada hace falta ser mucho más guapo. Si pretendes vender algo por internet, vas a necesitar gestionar muy bien las emociones de tu cliente. Vas a necesitar saber qué es importante y qué no lo es. Y saber atacar lo importante. Y saber gestionar lo que no lo es. Hay algo más aquí. |
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