Uno tiene algo de valor que vender.
Tiene un nicho.
Tiene unos posibles clientes por ahí.
Y se dice:
¿Cómo lo hago para que cuando hable no haya eco?
Veamos.
Hay una cosa que ha dicho algún cliente.
Va sobre la forma de comunicar.
Suelen decírmelo más cuándo no están en mi lista de correo.
Pero merece la pena grabarse esto a fuego.
– En mi nicho la gente no habla así.
– ¿No habla cómo?
– No habla así, tan directo.
– ¿Tan directo cómo? ¿Como si tuvieras una conversación natural?
– Sí.
Ojo aquí.
Ser directo y natural no significa hablar como si fueras un macarra.
(Eso lo puedes hacer o no según el tono que te guste)
Ser directo y natural no tiene nada que ver con el tono.
Ser directo y natural no es algo que dependa de tu marca.
Directo y natural tienes que ser.
¿De qué forma?
Ahí ya vienen los matices.
Pero hay que hacerlo así.
¿Hay que hacerlo así si vendo neveras?
Sí
¿Y si gestiono patrimonios de ricos?
También.
¿Y si mi cliente es terrateniente?
También, mira qué coincidencia.
Hacer otra cosa es marcar una distancia que no te conviene.
Igual piensas que te hace más profesional, pero de verdad, no te conviene.
Pero tú ya haces con esto lo que quieras.
Volvamos:
“En mi nicho la gente no habla así.”
Pues qué puta suerte tienes.
No sólo has acortado las distancias, sino que tienes un contraste automático con el resto de “profesionales peocupados por la satisfacción de sus clientes”
Qué suerte tienes macho, lo digo en serio.
Lo arriesgado no es ser directo y natural.
Lo arriesgado es hablar como el resto.
(Que tienen página web para que la gente que ya viene convencida busque sus teléfonos ahí. Con el resto, buena suerte.)
– Decir lo mismo.
– Parecer lo mismo.
– …y (en internet) conseguir lo mismo, que es muy poco.
Para los que no quieran arriesgarse tanto: