Clase maestra de espabilismo y marketing por C Tangana (2ª parte)



“No tengo tiempo para gramear,
Enseñando a todo el juego cómo negociar,
(…)
Estrategias militares, marketing viral.”




Para aprender un poco de la capacidad de negociación de C Tangana podría valernos quizá cualquier entrevista de hace tiempo,

pero como se hace con los jugadores y los equipos grandes, puede que sea más interesante juzgarle por lo que hace en las grandes noches.

En esas noches donde la exigencia es máxima, justo en esas.

Así que aquí nos saltamos las entrevistas, para centrarnos en LA entrevista.

El día en el que Antón le metió 5 – 0 a Risto Mejide en su propia casa, con un último gol que… bueno, Risto aún está buscando el balón en la red.




Por supuesto que no descubro nada si digo que Risto es conocido por hacer muchas cosas bien,

más o menos éticas, con mayor o menor grado de educación,

pero bien.

Sabemos que es alguien que puede detectar cualquier resquicio de vulnerabilidad en una persona, poner el dedo ahí, retorcerlo y hacer que ese alguien se desmorone un poco para acabar tumbándole.

Risto emociona, Risto gana.


También, ante cualquier cosa que no le guste, sabe abrazarse muy bien a la bandera de la moralidad y decir frases “profundas” que acaben de una forma tan poderosa y emocional,

pero tan, tan poderosa y emoicional,

que el público va a acabar aplaudiendo sí o sí,

y el pobre invitado acabará humillado también o también.

…150 personas golpeando a una sola en un aplauso que se basa en algo que Risto se ha sacado de la chistera y ha hecho que suene como la verdad.

Risto emociona, Risto gana.


Eso ni lo descubro, ni lo juzgo, ni lo califico.

Pero tengamos esto en la cabeza ahora que vamos a hablar de cosas mucho más importantes.




Por supuesto, todo lo que he contado estaba en la cabeza de Antón Álvarez (C Tangana) cuando fue a su programa “Chester” hará ya un par de años.

Antón entró, saludó, se sentó tranquilo y miró serio a Risto.


(Hablo de memoria)

Risto: Qué cara traes, cómo empieza esta entrevista…

Antón:


La más absoluta impasibilidad.


R: Eres muy serio.

A: (mueca de “no sé, si tú lo dices”)

R: Mira que yo soy serio, pero te veo a ti y…

A: Yo te he visto, y no eres tan serio.


Primera bomba, no necesita explicación.

1 – 0




Risto ya sabía que se lo estaban comiendo, pero no tenía hilo de donde tirar porque Antón era demasiado listo como para caer en las trampas en las que caían todos, y Risto levantó sus cartas.


R: Mira, sé que el que calla otorga, tú lo sabes, y yo no quiero tener la presión.

A: (Sonríe) Pregúntame.


Risto le hablaba de su táctica, le hablaba de su táctica al público.

Risto se esforzaba, Antón no.

“Este es mi programa, quiero audiencia, pero por favor dámela tú, porque si yo hablo voy al hoyo.” –era el mensaje.

Por supuesto, 2 – 0. 




Claro, Risto ya estaba nervioso. Tenía preparado un pack de emergencia con fotos de Antón de pequeño en el regazo de su madre, cuidando de su hermana en la playa… que no dudó en utilizar.

¿Esto derritió a Antón?

¿Lo puso a llorar?

Tú flipas. 

Jamás.

Seguía mirándolo fijamente, barbilla arriba, corazón a 60 pulsaciones.


Risto: Háblame de mujeres. Háblame de tu madre.

Risto pensaba (y pensaba bien) que si no te derrites cuando hablas de tu madre ya es que no hay nada que hacer. Pero quería ver un punto de vulnerabilidad del que tirar para que Antón estuviera más flojito y cantase.

Pero es que Antón le contestaba a lo que le preguntaba, sí, pero no le estaba hablando de él.

¿Le habló de su madre?

Sí, de cómo era, pero no de cómo es él.

¿Habló de su hermana?

Sí, pero igual.

Y aquí Risto sabía que le acababan de meter otro gol, porque le habían contestado, sí, pero sin darle nada que atacar.

Antón salió silbando de esta también.

3 – 0. 




Risto seguía intentando entretener a Antón, y este seguía mirándole con la barbilla arriba, muy fijamente a los ojos, gritándole muy bajito:

“Tú me has traído, aprovecha el tiempo, porque yo puedo estar aquí todo el día”.


Risto no sabía muy bien qué hacer, y se fue hacia otro punto sensible.


R: ¿Contra qué ha luchado Antón Álvarez?

A: (aquí dos cosas que no me acuerdo)…, contra las inseguridades.

R: ¿Inseguridades, tú?


(A Risto se le hinchaba el pecho, porque pensaba que ya iba a ver algo, pero Antón por dentro se debería estar descojonando.)


A: Sí, claro, pues como todo el mundo.

R: ¿Qué inseguridades?

A: No sé, inseguridades.


Aquí Antón se hace humano, se hace uno más en el público (sin todavía hablar de nada específico), y Risto lo único que se hace es un marujo de patio de luces que trata de recoger los trozos de pan que le están tirando.

4 – 0




La entrevista se acababa, y Risto ya le despedía

Y aquí vino lo más grande.

Algo para ponerlo en un museo y enmarcarlo detrás de un cristal antibalas.


R: Pues ya hemos acabado.

A:

R: (Se ríe como diciendo, “joder macho, ni para despedirte vas a decir algo”).


Entonces Risto miró a Antón, para ponerle la presión a él.

Quizá pensaba que iba a justificarse, que lo iba a hacer sentirse mal.

Risto lo miraba.

… 



Antón: Bueno, ¿te ha gustado? ¿has estado a gusto?


Risto no se lo creía.

Los ojos se le saldrían de las cuencas y le rebotarían en las gafas de sol.

Faltó que le dijeran, como le dicen a un niño:

“¿Te lo has pasado bien, Carlitos? Pues eso es lo importante.”


Porque lo que le habían dicho en realidad, y él lo sabía, era esto:

Yo vengo a tu casa, pero tú eres mi invitado. Que no se te olvide.

5 – 0.




¿Antón es un chulo?

No lo sé.

¿Lo hará con todo el mundo?

En otras ocasiones no lo ha hecho.

¿Por qué?

Porque no todo el mundo es Risto.

Porque él sabe muy bien a quién tiene delante.

Y cuando sabes muy bien a quién tienes delante, quién eres tú y cómo vas a comunicarlo, pues no siempre ganarás 5 – 0, claro.

Pero jugar, vas a jugar mejor. Eso seguro.

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