Una nota sobre cómo se hacen pequeños algunos.
No sé si esto lo has vivido, espero que sí.
Vamos atrás.
Tienes 15 años, vas al instituto.
En ese momento piensas que eliges bien la ropa pero no es cierto, también tienes granos, y a lo mejor llevas gomina o llegaste pronto.
Sales al patio.
Le estás contando algo a un colega que será más o menos igual de tonto que tú, décima arriba décima abajo.
– …pues esto le pasó a XXX.
– ¿A quién…?
– A XXX.
– No, que a quién le importa.
Invoco la sabiduría del patio de recreo porque justo esta mañana veía a una gran marca hacer algo muy raro.
A ver, lo raro no era poner tu logo en la camiseta de un equipo de niños que juegan al voleibol.
(Eso lo puedes hacer sin dar vergüenza ajena, es bonito)
Pero lo que es muy raro es que a uno le estén pagando artículos que le salen al cliente por 500€ – 700€ al mes y tu saques pecho diciendo que “patrocinas el deporte local”.
¿A quién?
“Estos niños comparten los valores de XXX”
¿A quién?
En serio, ¿qué quieres provocar?
¿Que alguien en su casa diga:
“mira, les han comprado una camiseta de Decathlon de 9€, voy a meter 550€ al mes”
?
Luego le dicen a los políticos que si se hacen fotos con niños.
Al menos, en su contexto (que es otro) pues funciona.
¿Pero aquí?
No sé, igual es tirar un triple desde la luna y luego mostrar una necesidad patética de caer bien.
Con estas cosas hay que llevar cuidado de no pisar tu propia autoridad.
Pero bueno, veamos.
No importa tanto lo que haces como si logras que tenga sentido para la gente que te compra.
El sentido es el que cambia las ventas.
A algunos les dirán que es el precio y eso, que se peleen ajustando céntimos.
Para quien prefiera mensajes que sirvan para algo: