Hay algo que resulta curioso sobre cómo funciona el deseo humano y que si cuentas con este matiz pues por fuerza cierras más ventas. Es curioso porque es algo que como personas, si pensáramos fríamente haríamos y no nos faltaría nada. Pero oh, no pensamos fríamente. Y sí nos falta. Y cuando nos falta ya no compramos. Puede que hayan muchas cosas que quieres. Que sepas que disfrutarías. Que te gustan. Que son chollos y en realidad te saldría bastante barato comprarlos por todo lo que te iban a aportar… Y no lo comprarás nunca. (Aviso: es el mismo motivo por el que la gente no deja de fumar aunque sepa que se están matando) Claro, puede que me digas: “Es que si me compro todo lo que quiero… a) ..me daría miedo quedarme sin pasta.” b) ..sería un consumista y un cáncer.” c) ..no ahorraría” Y es cierto, pero hay un matiz: Aunque lo quieres, te falta algo. Puedes pensar que quererlo es suficiente y te puede gustar decir que es tu sueño y bla-bla-bla… pero no es cierto. Porque aunque el producto sea perfecto. Y tú seas el cliente perfecto. Eso no es suficiente para apretar el botón en tu cerebro que dice: Lo compro. (Aviso: es el mismo motivo por el que no te lees el periódico de ayer) Cuando tratamos de construir el puente entre un producto y alguien a quien le vendría muy bien comprarlo, hay algo igual de importante que transmitir sus beneficios. Que tocar su herida, su vanidad, su lujuria, su gula y cosas así. Es igual de importante que todo eso, porque no sólo se dicen: “Me gusta esto” Se dicen: “Me gusta esto y me lo voy a comprar” ¿Qué ingrediente no olvidar para lograr que se mueven ese centímetro que les separa de ti? Hay algo más aquí |
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