Te cuento un pequeño fracaso.
No sé si es mio o no (yo creo que sí) pero eso no importa mucho.
Mejor entender el matiz.
Pasó hace bastante tiempo.
Tuve un cliente que tenía inmobiliarias, vinos, hoteles…
Muchas cosas.
Entonces mientras vendíamos el vino me preguntaron cómo podríamos hacer para subir las reservas de un hotel.
Antes de nada:
Yo no tengo una bola de cristal y no sé vender sin estudiar, pero hay cosas que te saltan a los ojos muy rápido y te dices
“Vale, el balón se deshincha por aquí”
El caso es que este hotel estaba en un pueblo muy pequeño a 10 minutos en coche de una ciudad muy grande.
Los dos daban al mar.
Todo el mundo iba a la ciudad porque estaba llena de muchas cosas que hacen ruido y dan pereza pero que mucha gente busca.
Y casi nadie iba a este pueblo porque no sabían ni que existía.
La web hablaba del lujo y las opciones dentro del hotel:
– Que si habitaciones dobles, triples…
– Que si ático de lujo para parejas mirando al mar…
– Que si habitación familiar con vistas a algún monte…
Todo eso.
El logo cada dos por tres y la web con una “experiencia de usuario” muy buena.
Vale.
Yo les dije que hicieran lo que quisieran (faltaría más) pero que pensaba que era una pérdida de dinero vender un hotel a alguien que no sabe por qué debe de alojarse en el pueblo de al lado.
Que el hotel podía estar bien, pero que (aún) no importaba mucho.
¿Importaría 200 o 300 palabras más tarde?
No lo sé, nunca lo trabajamos.
Ese fue el pequeño fracaso.
Ellos decidieron seguir vendiendo el hotel.
Por supuesto que algunos se informarían por su cuenta y reservarían.
Pero muchos no se informarían y eso a los dueños del hotel les costaría dinero porque la web no estaba haciendo su trabajo.
(Poner fotos y frases motivacionales puede ser el trabajo de una diva de Instagram, pero no es el trabajo de una web, lo aclaro por si acaso)
Estas cosas que parecen tan tontas son la diferencia entre que mucha más gente entienda que lo que haces tiene sentido para ellos y se abra el grifo
…o que no lo hagan y siga goteando.